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Una tierra de "navegantes promiscuos", la otra historia del País Vasco

Escrito por Ander Goyoaga 12 Jun 2023
Una tierra de
Golfo de Bizkaia en la isla de Spitzbergen (Oceano Ártico)

El escritor y periodista Ander Izagirre publicó en 2022 ‘Viaje al país de Elkano’, una obra en la que impugna la visión de los vascos como un pueblo encerrado en el caserío.

El País Vasco ha sido más un pueblo de “navegantes promiscuos” que de “campesinos aislados”, tan dignos de admiración en algunas ocasiones como motivo de espanto en otras. Esta sugerente idea late en las páginas del último libro del escritor Ander Izagirre, ´Vuelta al país de Elkano´(Libros del K.O.). La obra es toda una impugnación al mito de los vascos como un pueblo encerrado en el caserío, un relato que propone un viaje por un territorio pequeño, aunque con incursiones desde las islas Molucas hasta Saint-Pierre y Miquelón, con el objetivo de redescubrirlo y sacar algunas lecciones ante los nuevos desafíos globales.

La obra, es un encargo de la fundación Elkano que en el País Vasco ha gestionado el 500 aniversario de la primera vuelta al mundo, culminada por el marino de Getaria Juan Sebastián Elcano. Ander Izagirre, reconocido periodista y escritor, galardonado en Polonia con el premio Ryszard Kapuscinski, la ha abordado como un viaje para redescubrir un territorio que creía conocer bien y que ahora ve con otros ojos. El viaje de Elcano es el hilo conductor. El resultado es un relato de cazadores de ballenas, corsarios, agotes, judíos vascofranceses, pescadores vascoafricanos, emprendedores indianos o surfistas intrépidos. Un País Vasco abierto y mestizo desde hace siglos, con una cultura y una lengua habituadas al roce, el préstamo y el pidgin.

Una imagen del museo-astillero Albaola, en la localidad de Pasaia; allí se recupera la historia marítima vasca. Foto: Albaola
Albaola la Factoría Marítima Vasca
El escritor y periodista Ander Izagirre, posa en Getaria con su libro ´Vuelta al país de Elkano´.

El periodista donostiarra considera que el mito del País Vasco bucólico y aislado, “cada vez más desgastado”, fue posible porque se construyó sin mirar al mar. “Atender a la historia marítima vasca implica hablar de aventuras sorprendentes, pero también de episodios sangrientos o de conquistas. El mar es complicado, y parece que en un momento dado era más sencillo hablar de un pueblo que estaba aquí con sus sanas costumbres hasta que llegaron los de fuera”, indica.

Lo cierto es que esta otra historia del mundo vasco, la que mira al mar, resulta mucho más interesante y sugestiva. Tiene en la ballena a uno de sus elementos emblemáticos. “El país de ballena”, escribe Izagirre, aunque durante décadas se llegó a olvidar cómo la caza de los cetáceos moldeó los puertos vascos y fue el motor de su economía. A pesar de que aparecían en los escudos de muchos municipios costeros, tuvo que llegar una historiadora anglocanadiense -Selma Huxley- y un reportaje de National Geographic para recordarlo.

“La ballena era la vida, y movía la economía no solo en la franja costera, sino que generaba industrias paralelas en el interior. Cuando arrasaron con las ballenas aquí, porque hay que decirlo, se fueron a buscarlas por todo el Atlántico”, explica. De aquellas incursiones nacieron elementos tan peculiares como el pidgin vasco-islandés, reflejado en un glosario de 745 palabras que aún se conserva, o el pidgin vasco-algonquino, lengua simplificada que mezclaba elementos del euskera con palabras de las lenguas habladas por las tribus nativas de Canadá.

Gaztelugatxeko San Joan (Bizkaia)
Pasaia San Juan (Gipuzcoa)
Guetaria (Gipuzcoa)
Atalaya, Biarritz (Lapurdi)

Izagirre sostiene que hoy “habitamos paisajes y admiramos postales que no entendemos”. “Nos hacemos selfies en San Juan de Gaztelugatxe -el islote conocido por la grabación de Juego de Tronos-, pero no entendemos el sentido que tenía para que los barcos no se perdieran. Parece un lugar diseñado para hacerse fotos, pero se trataba de una cuestión de vida o muerte”, añade.

"El caserío, cofre de las esencias ancestrales, es otro producto de la historia oceánica y viajera", dice Izagirre

El escritor donostiarra no hace concesiones a esencialismos, y en su viaje plantea redescubrir cada rincón. “El caserío, elemento icónico del paisaje, cofre de las esencias ancestrales, símbolo de identidad, es otro producto de la historia oceánica, viajera y promiscua de los vascos”, señala. En muchos casos, eran “maquinas gigantescas de prensar manzanas” para suministrar sidra a “una flota que se multiplica porque empieza a viajar a América”: “Construían una máquina y se iban a vivir dentro”.

Marinos, escritores, historiadores o cocineros acompañan a Izagirre en su viaje para redescubrir el País Vasco. La arqueóloga Mertxe Urteaga, experta en la romanización del territorio vasco, le ayuda a derribar otro mito, el de Astérix, un relato que había dibujado un pueblo indómito que se resistió a cada expansión imperial. “En realidad, los vascos se integraron en el ámbito romano y recibieron una actualización que los hizo más fuertes”, señala Izagirre. La lengua que trajeron aquellos romanos quedaría grabada para siempre en buena parte del léxico del euskera.

El puerto de Ondarroa ha visto cómo los pescadores de origen senegalés toman el relevo y se integran en la localidad.
El puerto de Ondarroa ha visto cómo los pescadores de origen senegalés toman el relevo y se integran en la localidad. Foto: Manu Lozano

En la obra, una compilación de historias y aventuras, se dibujan dos grandes contextos de globalización: uno ligado a la expansión de Roma y otro al auge de la navegación en el siglo XVI. El escritor donostiarra, no obstante, mira también al siglo XXI, a un nuevo tiempo de globalización, y pretende extraer algunas lecciones.

Izagirre se pregunta cómo es un vasco hoy. Y encuentra la respuesta en el Ártico, siguiendo el rastro de unos tuits de carácter científico publicados desde allí en euskera. La autora es Naima el Bani Altuna, paleocenógrafa, sedimentóloga y geóloga que estudia el calentamiento de los océanos en el pasado. Su padre es de Casablanca y su madre de Bergara. En una de sus expediciones al Ártico, sus compañeros “fliparon un poco” al ver cómo se emocionaba al pasar por Biscayarhalvøya, la península de los vizcaínos, y Biscayarfonna, el glaciar de los vizcaínos. Vestigios del pasado ballenero. “Me impresionó imaginarme a los balleneros vascos instalados en esa costa, cómo podían llegar allí en sus barcos de madera”, narra en el libro.

Biscayarhalvøya (Noruega)
Este óleo de Abraham Storck muestra como era la caza de ballenas en el siglo XVII. Foto: Museo Marítimo, Enkhuizen. Wikimedia Commons

El escritor donostiarra encuentra más respuestas en el puerto de Ondarroa, de la mano de Moussa Thior. Este pescador senegalés y ex campeón de lucha libre habla con orgullo del grado de integración que han conseguido en el pueblo. “Lo importante es conocer a las personas para quitar los prejuicios. Eso es lo bueno de Ondarroa, que es un pueblo pequeño, nos conocemos todos, y si alguien hace algo malo, no se culpa a toda una comunidad”, explica. El autor añade un apunte: “El primer arrantzale (pescador) que conocemos con nombre y apellidos es Cayo Julio Níger, un chaval del Bidasoa negro y descendiente de esclavos. Venimos de un mundo más global de lo que pensamos y hoy sería un error crear murallas”.

Ander Izagirre atisba también otro peligro: la autocomplacencia. En la plaza de Zarautz, donde los bueyes tiraban de los galeones, ve ahora a surfistas cabalgando sobre las olas, medio siglo después de que esta disciplina entrara en Europa por la Côte des Basques de Biarritz: “Antes las olas eran un castigo y ahora son una bendición. Es maravilloso que se haya llegado a este punto. Soy optimista, veo una sociedad con nervio y, en general, abierta, pero el anquilosamiento es un riesgo... y también lo sería encerrarnos”.

Ander Goyoaga es periodista. Actualmente es corresponsal en el País Vasco del periódico La Vanguardia.

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