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Cinco cintas vascas que aúnan lo queer y lo rural

Escrito por Gaizka Izagirre 04 Abr 2024
‘La muerte de Mikel’ (1984, Imanol Uribe)
‘La muerte de Mikel’ (1984, Imanol Uribe)
‘Ander’ (2009, Roberto Castón)
‘Ander’ (2009, Roberto Castón)
‘80 egunean’ (2010, José Mari Goenaga, Jon Garaño)
‘80 egunean’ (2010, José Mari Goenaga, Jon Garaño)
‘A escondidas’ ( 2014, Mikel Rueda)
‘A escondidas’ ( 2014, Mikel Rueda)
‘20.000 especies de abejas’ (2023, Estibaliz Urresola Solaguren)
‘20.000 especies de abejas’ (2023, Estibaliz Urresola Solaguren)

Con el paso de los años, la forma de representar la homosexualidad en el cine ha cambiado enormemente; por ejemplo, los personajes estereotipados de los 80 han dado paso a personajes e historias mucho más realistas. El movimiento cinematográfico New Queer Cinema, nacido en Estados Unidos en el seno del cine independiente, no llegó a crecer hasta principios de los 90. Además, con el objetivo de romper las limitaciones tanto artísticas como personales sufridas durante muchos años y desarrollar guiones de mayor autenticidad, surgen numerosos títulos que sitúan a sus protagonistas en el medio rural. La cuestión de la representación del mundo rural ha estado presente desde el nacimiento mismo del cine —no hay más que analizar algunas de las películas de los comienzos del cine en Estados Unidos—, pero para encontrar títulos de temática LGTBI+ realistas que se ambienten en estos entornos hay que acudir a las últimas décadas. Ahí están ‘Brokeback Mountain’ (Ang Lee, 2005), ‘God´s Own Country’ (Francis Lee, 2017) o ‘L´Inconnu du lac’ (Alain Guiraundie, 2013). Muchos cineastas descubren que situar las historias del colectivo en estos entornos les aporta un valor añadido. En muchos casos, el origen de la opresión que estas personas han sufrido durante años tiene que ver con provenir de pueblos pequeños.

Volvamos a Euskal Herria. El colectivo LGTBI+ ha estado oprimido durante años: dicho movimiento organizó su primera manifestación a nivel de Euskal Herria el 25 de noviembre de 1977, y se reunieron cerca de 4.000 personas. Desde entonces, las diversas siglas del colectivo han ido recuperando sus derechos paulatinamente, y más allá de la vida real, el séptimo arte también empieza a reflejar sus historias. Con el fin de mostrar estos relatos y, de paso, promover la pasión por el cine, se creó en 2004 un importante festival temático: Zinegoak, el Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas LGTBI+ de Bilbao, con el objetivo de sensibilizar a través de la cultura, el cine y las artes escénicas. Actualmente se ha convertido en un referente para otros festivales internacionales LGTBI+. Cada año se ponen en escena o proyectan más de 100 obras, la mayoría premiadas en festivales internacionales. Teniendo en cuenta que en Euskal Herria tanto el ambiente rural como las costumbres de los pueblos tienen un enorme peso e importancia, parecía inevitable que la unión entre lo rural y lo queer se diera también en el cine vasco. Afortunadamente, esta fusión ha llegado, y no lo ha hecho de cualquier manera, ya que ha dado paso a algunos títulos de primera calidad, muy importantes dentro del cine vasco.

He aquí cinco cintas que aúnan lo queer y lo rural:

La muerte de Mikel’ (1984, Imanol Uribe)

El 1 de marzo de 1984, Imanol Uribe estrenó esta película que ha marcado un hito y que forma, junto con ´El proceso de Burgos´ (1979) y ´La fuga de Segovia´ (1981), una trilogía sobre Euskal Herria. Basado en un hecho real, tuvo importantes consecuencias en la transición política española. Mikel (Imanol Arias) es un joven farmacéutico, homosexual y militante de la izquierda abertzale. Un día lo hallan muerto. La historia se cuenta hacia atrás partiendo desde ese mismo día, a modo de flashback. La película está ambientada en el puerto de Lekeitio y la Palanca de Bilbao. Nos lleva a los años 80, cuando la intolerancia y los conflictos sociales afectaban mucho a las personas. Uribe tejió un relato que combina crisis política e identidad sexual, y cuya trama principal se desarrolla en un pueblo cerrado. Se trata de una población físicamente bastante limitada y de difícil acceso por carretera. Combinando todos estos elementos, Uribe completó una película que ya es un clásico.

‘Ander’ (2009, Roberto Castón)

Parecía un ejercicio imposible encontrar películas que trataran la temática gay en el ambiente rural de los baserris, pero en el año 2009 llegó esta magnífica película que muchos han etiquetado como la ‘Brokeback Mountain’ vasca. La cinta conquistó ciudades como Berlín y Punta del Este, entre otras, y cosechó grandes ovaciones. La relación amorosa entre un campesino vasco y un inmigrante peruano que comienza a trabajar en el caserío enamoró a miles de espectadores de todo el mundo. Aunque es un proyecto nacido de una idea de Berdindu (Servicio público de información y atención sobre temas relacionados con la diversidad sexual y de género), no se trata de una obra con tintes panfletarios; todo lo contrario. Se trata de una hermosa película de carácter naturalista, sin música, detalle que llama la atención. Curioso e injusto dato: la película se estrenó en Euskal Herria, Francia, Bélgica, Suiza, Holanda, Alemania, Italia o Taiwán, pero nunca llegó a las salas españolas, ya que no encontró distribuidores.

‘80 egunean’ (2010, José Mari Goenaga, Jon Garaño)

Los autores que posteriormente llevarían a cabo películas como ‘Loreak’, ‘Handia’, ‘La Trinchera Infinita’ o la exitosa serie ‘Cristóbal Balenciaga’ (Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, y Aitor Arregi), completaron esta joya en 2010. La película fue seleccionada en varios festivales y obtuvo más de 30 premios; el premio Sebastiane del Festival de Cine de San Sebastián —que premia la película que mejor refleja la realidad y los valores de los homosexuales, bisexuales y transexuales—, el premio a la mejor ópera prima del Festival de Cine Español de Nantes, y el premio de público y jurado del Amsterdam LGTB Film Festival. Axun, una mujer de 70 años, acude al hospital para cuidar del ex marido de su hija. Allí se sorprenderá porque la mujer que cuida a su vecino es Maite, una gran amiga de la adolescencia. Pronto descubrirán que la química que tenían de joven sigue intacta. Disfrutan de su reencuentro hasta que Axun descubre que Maite es lesbiana. En ese momento, Axun tendrá que enfrentarse a sus sentimientos: ¿A quién escuchar? ¿Al corazón o a la razón? La ubicación elegida para desarrollar este conflicto de personajes es Donostia. Los bellos paisajes de la ciudad enriquecen y alimentan la historia —la playa de la Concha o la maravillosa isla de Santa Clara—. Axun es una mujer tradicional, sin estudios, conformista y amable. Su objetivo es cuidar a su marido, que vive en el caserío. Maite es una mujer moderna, culta, obstinada y luchadora de una pequeña ciudad. Existe ahí una notable dicotomía entre realidades sociales, que la película refleja perfectamente. Trata con valentía la relación homosexual entre dos mujeres de 70 años, pero de forma moderada, mediante gestos, miradas, con sutileza y delicadeza. La película está llena de circunstancias cotidianas que nos acercan a sus personajes.

‘A escondidas’ ( 2014, Mikel Rueda)

Este es el segundo largometraje del bilbaíno Mikel Rueda. Es cierto que la historia no se ambienta en un pueblo pequeño, pero teniendo en cuenta el pasado y el peso de la historia de los dos protagonistas principales, resulta nada menos que lógico incluirla en esta lista. Las historias de los personajes se entrecruzan en una ciudad, pero sin olvidar lo que vivieron durante la niñez. Por un lado, Ibrahim, un joven marroquí de 16 años, está solo y desorientado en una carretera, en las afueras de una gran ciudad. Sabe que en dos días va a ser expulsado del país, así que decide huir. Por su parte, Rafa, el otro protagonista, de 14 años, se siente fuera de lugar por diversas razones. Cuando se conocen, las cosas empiezan a cambiar. Esta es una historia que va mucho más allá de lo que podemos ver a primera vista. Una de esas historias que rastrean en nuestro interior. Detrás de cada drama hay siempre una historia, y esta se cuenta entre dos.

‘20.000 especies de abejas’ (2023, Estibaliz Urresola Solaguren)

Este maravilloso trabajo, que apenas requiere presentación, fue nominado para el Oso de Oro en el 73 Festival Internacional de Cine de Berlín, y Sofía Otero obtuvo el Oso de Plata a la Mejor Interpretación Protagonista. Gracias a esta película se escuchó por primera vez el euskera en la Berlinale. Por si fuera poco, además de ganar premios en numerosos festivales de todo el mundo, obtuvo 15 nominaciones en los Premios Goya de España. La película está protagonizada por Lucía, de ocho años. Todas las personas de su alrededor le llaman Aitor, pero ella no quiere ese nombre, ni siquiera que le llamen Coco, sino Lucía. Su madre, Ane (Patricia López Arnaiz), inmersa en una crisis profesional y sentimental, decide irse a pasar unos días junto a sus tres hijos a casa de la abuela en Ipar Euskal Herria . La tía Lourdes también vive allí, es apicultora y vive en un pequeño caserío en la montaña. La idea de unir el guion y los personajes con las abejas es maravillosa. Para empezar, porque se enlaza de manera sólida con el mensaje principal de la película. Las colmenas y su funcionamiento social constituyen una hermosa metáfora: de la misma manera que hay 20.000 tipos diferentes de abejas, también hay muchas formas de ser persona, de ser mujer. Por otro lado, se muestra el número de capas que tienen los personajes, cómo están unidas y con qué precisión están formadas. Lourdes (Ane Gabarain) es apicultora, Ane es escultora y saca de sus colmenas la cera que necesita para hacer esculturas. La disforia de género de Lucía, por la percepción que tiene de su cuerpo y por su miedo a la desnudez, queda patente desde el principio. Junto a este dilema, Ane trabaja durante largas horas en el taller de cera de su padre, manipulando las extremidades, troncos y caras que se funden al calor del fuego, moldeando los cuerpos a su gusto. Se trata de una excelente analogía entre la percepción corporal de Lucía y la maleabilidad de la cera, ya que Lucía desearía poder modificar su aspecto físico de una manera así de sencilla, natural e inmediata. El citado entorno rural, especialmente el caserío de la tía Lourdes, cobra mucha importancia en la historia, ya que contribuye al desarrollo del arco dramático de los personajes y, por supuesto, resulta imprescindible para transmitir el realismo que exige el relato.

Gaizka Izagirre es director de la revista Gaztezulo y crítico de cine. Colabora en diversos medios de comunicación (ETB, Gaztea, Gara, Berria, Euskadi Irratia…), y es miembro de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España, encargada de la entrega de los Premios Feroz.

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