La cultura y la industria, dos mundos que en el País Vasco han permanecido de espaldas durante mucho tiempo. Lo mismo ocurre con el patrimonio inmaterial y el diseño, dos disciplinas de gran arraigo que apenas se han estudiado conjuntamente. A partir de la publicación del libro ‘Hemendik’ (´Desde aquí´), que recoge los 50 objetos más icónicos del diseño vasco, así como la exposición ‘Orain diseinua! Euskadi eta industria’ (´Ahora el diseño! Euskadi y la industria), en el centro Tabakalera en San Sebastían, ha surgido un interés por reivindicar el diseño vasco como tal. Un diseño que existe hoy fragmentado en pequeñas historias, en grandes objetos, pero que no se ha vertebrado bajo un relato propio. Este es el inicio de una gran historia, la historia del pueblo vasco a través de pequeñas historias de producción, industria, cultura y patrimonio inmaterial. El diseño como elemento transformador económico, social, cultural y político.
El diseño vasco se reivindica
20 Sep 2021“La memoria es realmente escasa y parcial”. Con esta preocupación arrancaba en 2014 el germen de una aventura por recuperar los procesos de creación de unos objetos, las historias de unas familias, en definitiva del diseño que permanecía en un largo letargo, olvidado durante décadas en el País Vasco. La asociación ‘Hemendik’, con sede en Baiona (Lapurdi) y conformada por tres empresas vascas de distintos orígenes y sectores, tomó la determinación de recoger esa memoria colectiva que aguardaba en los cajones de la historia para ser difundida a los cuatro vientos.
En palabras de Mikel Martin (Tolosa, Gipuzkoa, 1982), socio de Mito, una de las patas que sustentan ‘Hemendik’, “en nuestro día a día trabajamos mucho con empresas así como objetos y es sorprendente el conocimiento y las historias que existen tras ellos. También veíamos que no conocíamos nuestra propia historia; las vivencias no estaban conectadas entre sí. Además, en todo ello, la cultura y la industria son dos mundos que han estado muy separados. Había una oportunidad de contar la historia de nuestro pueblo a través de sus objetos”.
Una realidad muy singular de la cual apunta “no somos muy conscientes” en el País Vasco. Al fin y al cabo, las marcas son siempre una historia de reinvención continua. “Nacer. Vivir. Transformarse. A veces, desaparecer. En esas historias particulares también veíamos todo ello y, tras la llegada de la pandemia, esta idea tomó aún más sentido”, subraya Martin.
"Lo que más nos interesaba eran las historias que había tras los objetos, pero elegimos éstos como ‘excusa’ para contar qué hay detrás"
A su lado se encuentra sentado Jean Louis Iratzoki (Azkaine, Lapurdi, 1965), socio del estudio de diseño ‘Iratzoki-Lizaso’, también parte de la asociación ‘Hemendik’. La tercera pata, ubicada en Pamplona (Nafarroa), es ‘Labrit Patrimonio’. Iratzoki escucha atento las explicaciones de Martin, mientras sujeta un ejemplar del libro ‘Hemendik’ que editaron a finales de 2020 en euskara, junto a cada una de las siguientes lenguas: castellano, francés e inglés. “Lo empezamos en 2019 por impulso de Iratzoki, que lo tenía en mente desde hacía tiempo”.
Así, poco a poco, observando e investigando, fueron seleccionando los objetos que querían que figuraran en la singular publicación. “Lo que más nos interesaba eran las historias que había tras los objetos, pero elegimos éstos como ‘excusa’ para contar qué hay detrás. Algunos objetos son muy tradicionales, otros en absoluto. Al final, hemos ido empresa a empresa, tomando fotografías y contando su historia, que muchas veces incluso ellos mismos la desconocían. Son casi quinientas páginas, pero muy visuales”, apuntan los promotores.
Tradición y vanguardia, de la mano
Entre todas esas vivencias, esas marcas y esas experiencias se encontraba entrelazado el diseño vasco; desde la antigüedad hasta nuestros días; generación tras generación. Siempre en constante evolución y en la punta de lanza de la vanguardia. Muestras de tal trayectoria son el mítico sacacorchos ´Búho´ , los naipes de Heraclio Fournier extendidos en todo el mundo, o el ya histórico monopatín Sancheski.
Ejemplo de otras aportaciones más recientes es Alki, una de las empresas que figura en dicho libro por su trayectoria puntera e innovadora en el sector del mueble con base tradicional y enraizada en el país. “Somos una cooperativa de 42 trabajadores de Itsasu (Lapurdi), una forma de empresa un tanto original que hace cuatro décadas pusieron en marcha Peio Uhalde y cuatro amigos suyos inspirados en el modelo cooperativista de Mondragón (Gipuzkoa) con el fin de trabajar y vivir en la localidad”, señala Eñaut Jolimon de Haraneder, director de Alki. “Históricamente se trabajaba con madera de roble y seguimos así, pero dimos un viraje de 180 grados hacia lo contemporáneo, profundizando en el diseño y conformándonos como una marca como tal. Ha sido una revolución interna y externa, discurriendo por la senda de la innovación”, añade.
Tradición e innovación. Dos características fundamentales para conformar un diseño propio, con raíz y carácter. Pero, ¿Por qué el diseño vasco no se ha significado hasta ahora como tal? Lo tiene muy claro Guillermo Zuaznabar (San Sebastián, 1971), comisario y diseñador de la exposición ‘Orain diseinua! Euskadi eta industria’ que tuvo lugar en Tabakalera de San Sebastian (Gipuzkoa) entre 2019 y 2020.
“Esto no se había hecho antes, por un lado, debido a que no ha habido una escuela de diseño como tal en Euskadi, porque hasta después de los años setenta, no había probablemente una conciencia clara de lo que es el diseño. Había gente técnicamente muy preparada, pero en gran medida se copiaban y simplificaban los procesos industriales. De ahí nace una tradición de mucha industria, por ejemplo en la ciudad industrial de Eibar (Gipuzkoa), que incorpora el diseño desde una disciplina tecnológica o a través de la ingeniería. Pero la idea del diseñador, como tal, no se establece prácticamente hasta los años ochenta”.
"Juan de Icíar y Cristóbal Balenciaga, son dos diseñadores que se estudian en todas las escuelas de diseño del mundo"
Una década en la cual, previendo que la el sur del País Vasco entraría en el mercado de la Unión Europea, se pensó que el diseño tenía que ser “un motor activo”, por lo que, según Zuaznabar, existieron “diferentes acciones”, impulsadas “sobre todo” por la Diputación Foral de Bizkaia (gobierno de la provincia). “Principalmente, estudios de postgrado o masteres, pero la firma o la marca de Euskadi como diseño no se ha conseguido desarrollar. No ha habido una escuela con cara y ojos identificables con una serie de académicos que pudiera, por un lado, ordenar una narración de la historia del diseño, que tenemos todavía hoy fragmentada”, explica con detalle el comisario.
Por otro lado, la situación política en aquellos convulsos años ochenta “no invitaba a presentarse” en un contexto “español o europeo” como “empresas vascas” en muchos casos. “Se omitía, o se dejaba en un segundo plano”, indica.
Mostrar la tradición del diseño
Es por ello que dicha exposición, organizada por Tabakalera, Diputación Foral de Gipuzkoa y SPRI, Agencia de Desarrollo Empresarial del Gobierno Vasco en el contexto de la segunda Bienal Internacional de Arquitectura de Euskadi, trataba de reivindicar por vez primera “gracias a la nueva situación política y social” una serie de objetos tradicionales y otros diseños industriales: “Intentamos también poner sobre la mesa la tradición del diseño en el País Vasco y explicar que hay una serie de personajes vascos muy importantes en la historia del diseño europeo occidental, como son, por ejemplo, Juan de Icíar y Cristóbal Balenciaga, dos diseñadores que se estudian en todas las escuelas de diseño del mundo”.
Aquella exposición sirvió, sin duda, como un arranque en la confección consciente de la historia del diseño vasco. Preguntado por ello, Zuaznabar subraya que “existen formas que pueden identificar a lo vasco en las que estamos de acuerdo. También unos colores, una simpleza, una austeridad, un gusto por el material”. Todas estas características comunes se pueden hallar en muchos de los objetos manufacturados en el País Vasco.
Y algunas de estas han sido recogidas de forma brillante por vez primera en el citado libro ‘Hemendik’. “Hay empresas que están intentando trasladar esa tradición, ese paisaje, esa manera de trabajar, porque sí que tenemos cierta sensibilidad estética, singular, ligada a nuestra identidad, que se está intentando aplicar al producto industrial”.
Método de transformación social
De hecho, no podemos olvidar la importancia del diseño en la creación de un carácter, de una personalidad, de un país. Zuaznabar va más allá: “El diseño es un método de transformación económica, social, cultural y política. Como claro ejemplo de ello, tenemos la escuela de Ulm, activa del 1953 a 1968 en Alemania y que obtuvo muchísima repercusión: estableció los parámetros educativos y también profesionales de lo que hoy entendemos como diseño aplicado a la industria y transformó industrialmente aquella sociedad tras la Segunda Guerra Mundial. Mercedes, BMW, Braun… Productos de altísima calidad, empresas que aplicaron el método de dicha escuela”.
Zuaznabar habla con conocimiento de causa, ya que paralela a la exposición de Tabakalera, comisarió junto a Neus Moyano otra muestra de nombre ‘Diseño de sistemas: la escuela de Ulm y la compañía Braun’ en el museo San Telmo, también en San Sebastián.
De hecho, la repercusión que están teniendo tanto el libro como la exposición acerca del diseño vasco tiene que ver con un nuevo relato que se está dando en el mundo económico: “Después de los años locos de todo barato, usar y tirar, todo vale, empieza a haber otra conciencia ligada a la ecología, al kilómetro cero, a no perder las tradiciones ni la identidad”, subraya el comisario.
En los mismos términos se muestra Iratzoki al preguntarle por el interés suscitado por su publicación: “Las empresas han mostrado mucho interés en ella, la han valorado. Nuestro objetivo era que la cultura y el mundo de la empresa se pudieran mirar uno a otro, ser un puente entre ambos mundos. Y la reacción está siendo increíble”. Su compañero lo detalla más aun: “Estamos sorprendidos con la grata respuesta que ha obtenido. La primera edición, 1.500 libros, se vendió rápidamente, ya estamos con la segunda, de 3.500 unidades; y pensando en la tercera”. ¿Y cuál es el perfil del comprador? “De todo. Nos han llamado de Madrid, París… Porque al final, la gente está interesada en el diseño de un lugar concreto, con sus características propias, su historia, sus procesos de creación, su lengua…”, relata Iratzoki.
Por si esto fuera poco, la publicación está recogiendo sus frutos también en forma de galardón: ha sido uno de los ganadores de los Premios ADG Laus de Barcelona en 2021. No en vano, crearon una tipografía propia para la obra, basada en raíces vascas y estética decó junto al estudio catalán Extratype: “Hemos hecho un trabajo de investigación y estudio, buscando tipografías de la época… Hemos querido que el libro sea un objeto más de diseño”, señala Martin. La obra se puede adquirir, por supuesto, a través de su página web.
Cultura resistente por su identidad
Una de las claves para la supervivencia de las empresas vascas la aporta Zuaznabar, que apunta que “las culturas con una fuerte identidad como es la nuestra, al final, son espacios muy pequeños y muy resistentes. Son capaces, de alguna manera, de hacer frente estas situaciones”. Ello va de la mano del incremento del turismo que se ha dado en el País Vasco en los últimos años antes de la pandemia, que busca “experiencias” a través de la gastronomía, ropa, calzado… “Objetos que tienen una fuerte identidad y gran relación con el territorio y el paisaje. El turista busca esos objetos. Dentro de esa línea, uno de los modos de supervivencia es adentrarse en la identidad ligada a la calidad. Y quien puede resolver esa ecuación es el diseño”, cuenta Zuaznabar.
Una calidad unida indisolublemente al carácter del País Vasco desde hace siglos. Así es como lo ven también los creadores de ‘Hemendik’: “Hemos querido mostrar que se han hecho cosas magníficas hace siete siglos, y desde antes también. El hecho de que hoy en día también se elabore, te muestra que mañana también se harán. El hecho de ver a otras empresas, conocer otros productos… Todo ello crea autoconfianza”, dice convencido Iratzoki.
Relatar lo nuestro desde aquí
¿Y por qué no mostrarlo al mundo desde una perspectiva vasca? “Nuestro primer objetivo fue contarnos a nosotros mismos lo nuestro; partir de esa memoria y después, al mundo. Porque si tú cuentas bien tus cosas íntimas, un japonés las leerá”, señala convencido Jean Louis.
Quizás uno de los secretos sea precisamente ese, relatar el País Vasco desde una mirada amplia, local pero universal: “A veces lo más artesano, otras veces algo tan tecnológico como actual. Identificarse con ello, con esa memoria, con esas épocas, es muy fácil de hacerlo y de entenderlo, tanto aquí como en Japón”, redondea su compañero Martin.
A la hora de explicar la universalidad de su publicación, Iratzoki añade que el tamaño del País Vasco “no es malo para poder contarlo; es muy coherente”. Como guinda, admiten ambos lo siguiente: “Las historias son más bonitas de lo que pensábamos. Verdaderamente sorprendentes”.
Consciencia de las formas vascas
Sin entrar en alarmismos, el comisario de la exposición ha querido señalar la importancia de la educación para saber valorar: “Si no hay una toma de conciencia, si no aprendemos que esas formas hacen el contenido, pueden desaparecer, porque no las estaremos cuidando. Las formas se cuidan en la medida en que hay una educación que te hace tomar consciencia de que esas formas tradicionales tienen un valor cultural. Y esas formas culturales, en la medida en que se cuiden y las valoremos, como lo hacen muchas de las empresas vascas, sí que las incorporarán a sus diseños, a su producción industrial”.
Preguntados por el futuro, desde ‘Hemendik’ responden que “este es el inicio de un proyecto. Al principio ha sido un libro, pero estamos pensando en avanzar con una exposición itinerante; la iniciativa es ambiciosa y tenemos más ideas…”, lo deja caer Martin. De hecho, actualmente se encuentran dando forma a una segunda fase, “para ver qué futuro puede tener la iniciativa. Se puede hacer mucho más, porque hemos visto y demostrado que hay contenido”, añade Iratzoki.
Esas formas culturales, en la medida en que se cuiden y las valoremos, como lo hacen muchas de las empresas vascas, sí que las incorporarán a sus diseños, a su producción industrial
En definitiva, para crear dicha consciencia para con la forma y el diseño, Zuaznabar señala a la educación, la academia, como solución. “Hay instituciones vascas que han tomado consciencia y que dentro de su museografía se encuentran ampliando sus colecciones de diseño en la arquitectura. Por tanto, dentro de unos años tendremos más exposiciones y actividades”. Esto solo acaba de comenzar.
A partir de ahora toca, por tanto, construir un relato, una historia de nuestro diseño: “Puestos a hacer una lectura global y cultural de lo que es el País Vasco, la incidencia de la industria en un país tan peculiar, ahí está el diseño, pero a la hora de tratar de ordenar ese relato, los datos son fragmentarios y las publicaciones han sido muy pocas. Esta es una característica de nuestra cultura”, apunta el comisario. Un trabajo que queda, pues, por realizar para reivindicar un diseño vasco que es, sin duda, un gran valor cultural, industrial, social y económico. En definitiva, unos objetos creados en el País Vasco a partir del diseño que ahora se deben ordenar para construir un trocito más de nuestra historia como país en el mundo.