Gala Knörr ha sido seleccionada para desarrollar un proyecto creativo en el marco de la Cátedra Frank Bidart 2025, impulsada por Etxepare Euskal Institutua en la California State University Bakersfield. Entre otros, ha cosechado residencias artísticas y de investigación en espacios como el Azkuna Zentroa de Bilbao, Tabakalera de San Sebastián, la Cité International des Arts de París, en la universidad Goldsmiths de Londres, o en el museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York.
Como artista invitada de la Cátedra Frank Bidart, Knörr ha llevado a cabo el proyecto artístico ´La luz que nunca se apaga´ tras su paso por la universidad California State University Bakersfield. Nos hemos reunido con ella para charlar largo y tendido sobre su trabajo, la cátedra, y el arte en general.
Gala Knörr
Frente a la transformación digital que nos atraviesa, las imágenes, sus significados y su impacto en nuestra conciencia colectiva constituyen tu objeto de estudio. A ese respecto, ¿qué importancia tiene para ti el medio, como es el caso del celuloide o el de la publicidad?
Esta idea de quien controla la narrativa tiene el poder ha estado en mi cabeza desde hace mucho tiempo. Las imágenes pueden convencernos de una idea, una historia, una acción; tienen el poder de generar afectos. Son un arma de doble filo, tanto en el cine como en la publicidad, las grandes productoras y compañías creaban historias y narrativas que fueron capaces de generar espacios de pensamiento por defecto, así como productos y convicciones que permearon a lo largo del siglo XX y XXI. La imagen es tremendamente poderosa y, hoy en día, con la facilidad de diseminación que ofrecen Internet y las redes sociales, lo es aún más.
Al margen de la investigación artística, también has desarrollado la práctica artística a lo largo de tu trayectoria profesional. Bajo tu punto de vista, ¿conforman ambas una continuación lógica? Al llevar a cabo ambas, ¿en qué medida se sacrifica alguna parte de las dos caras?
No sé si tienen una continuidad lógica desde fuera, pero para mí sí la tienen. Al fin y al cabo, muchos de mis proyectos tienen como trasfondo la búsqueda de comunidad: ya sea en las redes sociales y el humor, en nuestra historia compartida como la diáspora vasca, o en la cultura de club y la rave. Toda mi investigación está atravesada por matices muy ligados al contexto y al tiempo en el que vivimos, por experiencias vitales y por formas de representación muy particulares. Es algo bastante orgánico que mi práctica esté tan intrínsecamente vinculada a todo ello. Aunque, quizá, al compartir mi obra artística, parte del camino que me llevó hasta allí no siempre se muestre o resulte evidente. Algo de misterio habrá que dejar.
Soy tu huckleberry
El proyecto ‘La luz que nunca se apaga’ tiene por objeto trascender el rol unidimensional y estereotipado que se le ha otorgado a la mujer vasca en sus representaciones en el género Western. ¿Qué tipo de vínculo existe entre este trabajo y tu proyecto ‘The Seekers’, desarrollado en 2022?
Cuando presenté la exposición [‘Soy tu huckleberry’] en el DA2 de Salamanca en 2023, junto al comisario Adonay Bermúdez, hice un despliegue del trabajo ´The Seekers´ de un año realizado en la Fundación BilbaoArte. Fue entonces cuando me di cuenta de que la mayoría de las obras contaban solo una parte de la historia: la del [hombre] solitario en la montaña. Las mujeres, no obstante, aparecían apenas de forma anecdótica.
Desde hacía tiempo quería explorar la figura de la mujer migrante vasca: cómo era su día a día, qué historias no habían sido compartidas, por qué no formaban parte de este rico imaginario hipermoldeable. Con ´La luz que nunca se apaga´, el hecho de estar en Bakersfield, de ver todos aquellos terceros espacios donde la comunidad vasca descendiente aún se reúne, de conocer a diferentes mujeres de varias generaciones, de escuchar sus historias, una se da rápidamente cuenta de que ellas fueron (y posiblemente siguen siendo) la columna vertebral de la comunidad.
Gala Knörr
¿De qué modo te inspiraron aquellas mujeres y la diáspora vasca en California?
Las mujeres eran emprendedoras: abrían negocios, financiaban iniciativas, cuidaban de sus familias, compartían la tradición culinaria... También contribuyeron activamente a la conservación del euskera, favoreciendo generaciones posteriores bilingües o trilingües en algunos casos.
Muchas de las boarding houses [pensiones] vascas se convirtieron en restaurantes, algunos de ellos aún hoy regentados por mujeres. Conocer esta historia in situ y desde la fuente original ha supuesto un viaje insólito, casi exótico —porque, al fin y al cabo, se trata del interior de California, muy distinto del brillo habitual de su vecina Los Ángeles—, y al mismo tiempo mágico, porque aparecen destellos de tu propia casa en un contexto tan ajeno. La generosidad de la comunidad vasco-descendiente en Bakersfield ha sido infinita.
Soy tu huckleberry
En cuanto a la cátedra Frank Bidart, ¿en qué ha consistido tu trabajo y cuáles han sido los momentos más destacados?
Durante la residencia hice muchísimo trabajo de campo. Para mí era importante sentarme cara a cara (o por Zoom) con todas las personas que quisieran colaborar con mi investigación. Ofrecí una conferencia abierta en un simposio en el contexto del Institute for Basque Studies, donde tuve el placer de conocer el proyecto The Arborglyph Collaborative, dirigido por el Dr. Steven Gamboa y Chris Livingston, que busca preservar el legado visual de grabados en cortezas de árboles. Este proyecto tuvo un impacto importante en mi forma de pensar cómo concebir el mío desde lo plástico.
Por otra parte, a raíz del artista y profesor del Bakersfield College Ryan Rickard, dirigí una conferencia abierta al alumnado de diversas disciplinas para hablar de sus obras y procesos. Durante mi estancia Bakersfield también conocí, de la mano de Jedediah Caesar y Patricia Fernández, un proyecto bellísimo sobre las rutas de trashumancia de los pastores vascos. Jedediah es también responsable de la Todd Madigan Art Gallery en la universidad, lugar al que me gustaría regresar por medio de la obra que realice a partir de este proyecto.
The seekers. Foto: Jorge Isla
¿Cuál es la representación de la diáspora vasca en cultura popular contemporánea?
Creo que los ejemplos que más resaltan suelen ser los literarios comenzando por la obra novelística de tintes autobiográficos de Robert Laxalt, pero también contamos con obras como ´The Flock´ (1906) de Mary Austin, o la trilogía de Frank Bergon que contiene una serie amplia de personajes vascos.
En el arte encontramos a la figura más totémica como la de Nestor Basterretxea, y más recientemente quizá a la artista Patricia Fernández. Su conexión con el paisaje y el territorio de California la llevó a indagar en la historia de los pastores vascos. En el cine creo que se ha explorado más a través de lo documental, pero para mí lo más interesante es su vínculo a la estética Western.
Es interesante ver cómo poco a poco emergen nuevas voces que nutren esta memoria, y la manera en que cada creador o artista la aborda desde lugares distintos. En definitiva, la diáspora vasca ha sido más representada en la danza, la gastronomía o los festivales comunitarios que en prácticas contemporáneas. Esta ausencia, en sí misma, puede ser un síntoma… pero, sobre todo, una posibilidad.
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