Cantando principalmente en euskera. Y con dos ejes claros: Bilbao y Pamplona. Un puñado de excitantes bandas ha devuelto las guitarras a los escenarios del país.
¡Vuelven las guitarras! Radiografía de la nueva escena indie vasca
06 Jun 2025Quedan algo más de 24 horas para que inicien en Granada su minigira andaluza y Tatxers avisan de un pequeño imprevisto: el coche en el que viajan ha sufrido una avería en la provincia de Soria, uno de los epicentros de lo que se conoce como la España vacía. El grupo de Pamplona, compuesto por tres veinteañeros que hace cinco años se adentraron por una senda que le ha dado un vuelco a la escena musical vasca, se lo toma un poco a guasa. Cuando les pregunto cómo va el viaje, Jon Salinas (bajo, voz) le quita hierro al asunto en un mensaje de WhatsApp: “¡Se nos ha jodido el coche de camino y estamos en un taller de Soria, jajajaa!”. Una vez resuelto el problema, retoman la carretera en dirección al sur de la península.
Allí les espera un fin de semana frenético. Al día siguiente, el viernes 28 de marzo, actúan en la sala Víbora de la ciudad de la Alhambra, las tapas gratis y Federico García Lorca junto a Lukiek, un grupo de Mungia (Bizkaia) que enarbola la bandera de la música ruidosa y guitarrera facturada en los años 90. El sábado 29 los mismos protagonistas se unirán a Borla, otra prometedora banda de pop de Pamplona, en un pequeño festival organizado en Sevilla por el colectivo local Andalucian Über Alles. Durante las dos noches se habrán reunido unos pocos cientos de aficionados entre el público, pero detrás de las cifras se podría articular un interesante relato: tres de los cuatro grupos participantes en este certamen son de Euskal Herria, cantan en euskera y empuñan guitarras eléctricas.

La capital navarra y Bilbao son los puntos neurálgicos de un movimiento emergente de música independiente que trasciende los habituales circuitos de los centros autogestionados (gaztetxes) y clubs, saltando a festivales y eventos más multitudinarios. Además de los nombres ya mencionados, EZEZEZ, Sal del Coche, Txopet, Pinpilinpussies, Hiuzz y Airu, entre otros, componen una nueva generación de jóvenes músicos vascos la de los nacidos en los años 90, a caballo entre los Z y millenials— que vuelve a abrazar el sonido distorsionado y melódico de décadas pasadas pero que también suena a esta. Y que como todo lo que irrumpe desde la base es excitante, puro, ingenuamente atractivo. Lo que se está removiendo en las catacumbas vascas no está tan alejado del torbellino post-punk desatado por bandas como Fontaines D.C., Idles, Shame, Viagra Boys o Alcalá Norte en distintas partes de Europa.

Pamplona, agitando el subsuelo
Todos los caminos del nuevo indie vasco llevan a Pamplona. El subsuelo musical de la ciudad se ha sacudido con música de guitarras en euskera. Los primeros que redescubrieron algunas de las leyes universales del power pop (nervio, armonías vocales, primorosas melodías) fueron Tatxers. De ellos han dicho machaconamente que se parecen tanto a grupos emblema vascos de los 80 (Zarama, Hertzainak, Itoiz) como a los que forman ya parte de la memoria colectiva británica, desde los Jam a los Buzzcocks. Hacen música aparentemente sencilla pero trepidante de bajo, guitarra y batería que le puede volver loco a cualquier aficionado a la música.
Su momento llegó en 2021 de la mano de un himno de puño en alto que es más que una canción: ‘Goizean Oskorri’. Aquel single, perteneciente al EP ‘Hiruzpalau amets larri’, puso definitivamente en el mapa al grupo con una letra agridulce que encuentra una puerta abierta en la huida. Tatxers es el grupo revelación. Timéo Dedieu, batería de Borla, que acaban de reeditar su LP de debut, ‘Kordoba bidea’, los pone como modelo: “Han logrado conectar con gente más joven, peña de 17 y 18 años, que reproducen lo que escuchan. Ha traído un rollo más pop, donde tradicionalmente aquí todo ha estado escorado al punk rock”, afirma.
Su compañero, Martin Ziriza (voz, bajo), que también es miembro de Tatxers, incluye al grupo femenino Melenas, de una generación anterior, en el firmamento de una constelación de bandas amigas y musicalmente afines: “Creo que entre todos nosotros nos retroalimentamos. Hacer pop es algo sencillo y accesible: con tres instrumentos ya puedes montar un grupo”, dice. “Con la llegada de grupos más old school como Tatxers, Borla o Hiuzz la escena ha cogido color y se ha quedado una representación muy bonita y rica en estilos”, tercia la bajista de Melenas Leire Zabala, añadiendo además un detalle importante: tras años de dominio de música urbana en Euskal Herria, el público joven ha vuelto a apostar por las guitarras. “Ha sido un cambio importante, al menos donde nosotras nos movíamos, porque antes estaba todo un poco más parado y ese espacio se había quedado vacío”, comenta.
El triángulo isósceles, como adelanta Leire, se completa con Hiuzz. De nuevo, otro trío que fundamentalmente compone temas pegadizos de tres minutos. Sin embargo, su álbum de debut, ‘Esperoan’, lanzado en diciembre de 2024, aporta versatilidad y algunos matices diferentes al resto. “Nuestro sonido tiene más de una cara”, explican. “Vamos de canciones más movidas a más poperas y a otras más oscuras o brillantes, según nos va saliendo y sin una premeditación consciente”.
Estas bandas se articulan a través del colectivo Egun Motelak (Días lentos), que organiza conciertos en el gaztetxe de Burlata y otros lugares, agitando la coctelera musical de una ciudad que siempre ha contado con una nutrida cantera de grupos. La acción también se desarrolla en los bares Aitzina y Matalaz Txokoa de la calle Jarauta. “Son espacios en los que antes no nos movíamos y nos han abierto las puertas. Peña de 25 años que se junta con gente de más edad y se crea un ambiente intergeneracional que mola un montón”, cuenta Zabala.
Bilbao, faro de la diversidad I
Según el batería de Lukiek, Christian Rodríguez, que tiene su propio sello discográfico (Ático Stereo) y un pódcast especializado en rastrear el underground vasco prácticamente pueblo a pueblo, tras la pandemia ha emergido una escena que se había deshinchado frente al auge de otras músicas más contemporáneas. “He notado que a raíz del encierro por el covid —comenta Rodríguez— ha habido un bum de bandas de todo tipo de estilos y de todas las edades. Es música que suele estar muy bien ejecutada, y me he encontrado con cosas realmente buenas”.
Preguntado sobre si Tatxers ha podido influir a esta generación, se muestra prudente. “No sé exactamente quién habrá influido a quién, porque lo que veo es que hay una disparidad musical muy grande”. Su compañero en Lukiek, el bajista Antton Goikoetxea, es bastante más contundente: “A un montón de bandas”. Unai Madariaga, vocalista e ideólogo de EZEZEZ, una de las formaciones que lidera esta hornada de grupos, resume el estado de las cosas: “Lo que ha habido estos años es un subidón de la música de guitarras en lugar de los sintetizadores y de las bases de ritmos. Y creo que ahí Tatxers han podido ser la banda que ha podido traer las guitarras, no te diré al mainstream, pero sí de vuelta a la actualidad del pop”.
EZEZEZ se formó a partir de las canciones en inglés de su magnético y peculiar frontman. Pero aquel proyecto personal cantado en inglés, con influencias de la psicodelia, el post-punk y también de grupos como The Velvet Underground, ha derivado en una propuesta más arriesgada con giros estilísticos inesperados y cambios de ritmo. Con su segundo álbum, ‘Katuzaldia’ (gatocaballo), de 2023, EZEZEZ se adentraron en un universo propio plagado de juegos de palabras. Se pasaron al euskera. Y funcionó. También fuera de Euskal Herria. Madariaga: “Es una puta gozada estar, por ejemplo, en Sevilla haciendo un set de una hora en euskera y que la gente la esté gozando. Es casi ridículo, está casi al límite de lo utópico. Sales de Bilbao y te preguntas cómo es posible que pueda ocurrir algo así. Es guapo romper con esas barreras lingüísticas, o mejor dicho, atravesarlas para que dejen de ser una barrera y la peña disfrute”.
Sales de Bilbao y te preguntas cómo es posible que pueda ocurrir algo así. Es guapo romper con esas barreras lingüísticas, o mejor dicho, atravesarlas para que dejen de ser una barrera y la peña disfrute."

Sal del coche también son de Bilbao y van absolutamente por libre. Alberto Eguíluz (bajo, voz), Jangitz Larrañaga (batería) y el saxofonista Lizardi Ceballos han dado forma a un proyecto aparentemente anárquico, pero en el que todas las piezas encajan milagrosamente. Con las ocho canciones de su elepé de debut, ‘Ciudad de polvo’ (2024), se han propuesto ir más allá de la fiebre post-punk. La consigna está clara: ¡abajo los normas, arriba la creatividad! “Queremos liberarnos de etiquetas musicales. No nos lo pensamos dos veces a la hora de querer ir un poco más allá y romper con los cánones establecidos”, dice Eguíluz. El trío se crece en directo, y la gente lo sabe: en febrero congregaron a unas 400 personas en el Kafe Antzokia de la villa.
Bilbao, faro de la diversidad II
A continuación, la historia de dos chicas (una vasca y una catalana) que han superado con éxito la crisis de compartir un grupo a distancia. Desde 2023, Ane Barcena (batería, voz) vive en Bilbao. Su compañera, Raquel Pagès (guitarra, voz), se ha quedado en Barcelona. El último trabajo de Pinpilinpussies, el EP ‘Ni un paso atrás’ (2024, Aloud Music), habla de ellas mismas. “Este disco es POR nosotras, que en la distancia avanzamos sin dar un paso atrás. Siempre hacia delante, agarrando fuerte el volante”, se puede leer en la contraportada del disco. Pinpilinpussies, que han sido comparadas con el rock y el punk más fiero y combativo de los 90, se escoran ahora al pop y el cambio melódico les ha abierto más puertas.

En su primera gira en solitario, han llenado pequeñas salas de 150 y 200 personas, lo que para una banda independiente es todo un logro. “Solemos comentar que estamos en el mejor momento del grupo”, asegura Pagès, que destaca el boyante panorama musical vasco. “Musicalmente, creo que la escena underground en Bilbao, y en Euskal Herria en general, es muy rica. En estos momentos hay muchas bandas interesantes”, afirma. Acompaña su argumentación reivindicando la labor de los gaztetxes, un circuito que Pinpilinpussies conoce bien. “Que haya tantos sitios para poder tocar y no tener que pagar 500 euros de alquiler por una sala, como ocurre en otros sitios, es una pasada. Casi en cualquier pueblo hay un gaztetxe”.
Txopet bañan de melancolía, desgarro, guitarrazos y autotune unas canciones que merecen más atención y que funcionan muy bien sobre un escenario. El EP ‘Ostabe zuloan’, publicado a finales de 2024, es el último trabajo del trío de Bilbao. Por último, la vertiente indie-pop en Bizkaia está representada por Airu, otra firme promesa en el renovado paisaje musical vasco.
En su trabajo más reciente, el EP ‘YO NO SÉ NADA! NADA!!!’, Airu apunta a cierta música independiente de los años 2000 (Vampire Weekend, Los Campesinos!), pero sin cerrarse en banda a otros géneros más contemporáneos. “Aunque hay una serie de elementos que te pueden llevar ahí, diría que lo que hacemos es más el resultado de una mezcla de estilos”, apunta Irune Vega (voz, guitarra). “Ahora estamos intentando buscar otro tipo de referencias que sean más actuales. Las canciones siguen teniendo esa aura de los años 2000, pero estamos empapándonos de cosas muy diferentes en el grupo”, completa el bajista el bajista, Jon Gómez, que a modo de ejemplo menciona a Ralphie Choo, Fountains y los propios Tatxers.
No solo rock
Marcos García, de 30 años, se define como dinamizador musical. Su familia es conocida en el mundillo del rock alternativo vasco por la tienda de discos Bloody Mary de Irun (Gipuzkoa) y la labor que desde hace décadas realiza como promotora de conciertos, con el festival Andoaingo Rock Jaialdia a la cabeza. Marcos siente que este es el momento ansiado por su generación: han dado un paso al frente, son la avanzadilla musical en Euskal Herria.

Su visión encapsula las líneas generales de este reportaje, en la que una nueva escena está sacudiendo los cimientos musicales del país: “Desde la pandemia han surgido muchísimos grupos jóvenes en Euskal Herria, y algunos incluso han girado por el Estado: Tatxers, Pinpilinpussies, Airu, EZEZEZ… También hay muchas más giras de grupos internacionales jóvenes que pasan cerca. A mí me parece mucho más estimulante programar toda esta música (ya sea rock, post-punk, psicodelia, pop o una mezcla de todo) que vamos descubriendo a nuestro alrededor”, afirma. “Lo fascinante es que esta nueva generación —continúa Marcos— no utiliza las guitarras únicamente para hacer rock, sino que mezclan estilos y salen unas simbiosis musicales superestimulantes”.