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Tradición vs creación: perspectiva sobre la creación contemporánea basada en la tradición vasca

Escrito por Mathieu Vivier 22 Oct 2024
Tradición vs creación: perspectiva sobre la creación contemporánea basada en la tradición vasca

En el País Vasco, en el ámbito del espectáculo en directo, la tradición constituye una fuente de inspiración inestimable para los creadores contemporáneos. Muchos de nosotros nos inspiramos en ella para desarrollar nuevas escrituras. Desarrollamos la creación artística contemporánea vasca a partir de la cultura tradicional. Y es un enfoque que se repite en todos los ámbitos artísticos. Parece reflejar nuestro deseo de reivindicar la singularidad y vitalidad de la cultura vasca; y de conservarla también.

El barrio como ejemplo

 

El barrio es el mejor ejemplo. Es habitual escuchar que un barrio “ha conservado su identidad”. Por lo tanto, la identidad es algo que se puede conservar y, en consecuencia, algo que se puede perder o que podemos querer defender ante aquello que amenaza destruirlo. En el caso del barrio, se trata de un territorio que podría ser absorbido por una masa urbana circundante que cambiaría su identidad, es decir, sus características propias, sus vecinos y el apego de esos vecinos a la vida en dicho barrio. ¿Qué sería del barrio si perdiera su identidad? ¿Cambiaría? ¿Desaparecería? ¿O seguiría existiendo, pero de otra forma, diluido en su entorno?

El quid es saber cómo conservar la identidad, la cultura propia si el entorno cambia. ¿Cambiándolas? Pero si cambiamos la identidad para adaptarla, ya no es la misma. Y si ya no es la misma, se ha perdido…

Ésa es la cuestión compleja que nos planteamos en el País Vasco. Por un lado, la evolución demográfica constante amenaza la existencia de una lengua ancestral, de una manera de vivir, de bailar y de cantar; la existencia de las tradiciones. Por otro, la globalización cultural plantea un reto a las ideas y al trabajo de los artistas vascos: el reto de la diversidad cultural.

Al igual que el barrio, la cultura vasca, sus bailes, su música, sus ritos, corren el riesgo de desaparecer. Yo me planteo todas esas cuestiones a la hora de crear un espectáculo. ¿Cómo puede uno conservar su cultura tradicional en el mundo contemporáneo? ¿Insertándola en un enfoque de creación contemporánea? Y, entonces, ¿qué pasa con la cultura creada? ¿Sigue siendo cultura vasca? ¿Podemos contemplar una creación contemporánea basada en la cultura tradicional sin traicionarla?

Tradición, traición

 

El significado del término “tradición” arroja un poco de luz. Tradición es el conjunto de prácticas, costumbres, doctrinas, opiniones, trajes, etc., transmitido a lo largo del tiempo. Lo que significa que pertenecemos a dicha transmisión y que su movimiento es, por lo tanto, dinámico.

El término “tradición” o acto de transmitir un recuerdo a las generaciones nuevas, proviene del verbo latino Tradere, que significa “pasar a otra persona, dar, entregar”. En las lenguas romances tradere es también el origen de “traducción” (que significa “transmitir un mensaje en otra lengua”) y de “traición” (“poner a alguien en manos de otra persona”).

Como artistas herederos de la tradición artística vasca, transmitimos nuestras tradiciones a través del tiempo, teniendo en cuenta el mundo en el que vivimos, nuestras influencias, nuestra percepción… Somos agentes de la traducción, inevitablemente; y, desgraciadamente, de la traición de nuestras tradiciones.

“Activar”, en lugar de “defender”

 

Personalmente, prefiero el concepto de “activación” al reflejo defensivo. Para mantener viva la cultura vasca, activemos sus recursos.

Pero para crear sobre la base de la cultura vasca el artista debe dominar sus códigos, sus fundamentos. La creación contemporánea vasca descansa sobre aquello que constituye el alma de los vascos y busca prolongar su expresión. Por ende, no se puede tomar a la ligera. El artista debe conocer la cultura tradicional ineludiblemente, comprender todas las sutilezas del arte popular, asimilar la forma de moverse y de pensar, saborear la naturaleza y el contexto de tal o cual práctica, sentir qué es lo que une a los seres humanos.

Solo así es posible crear, inventar una obra, una canción, una danza que hasta entonces no existía pero que inmediatamente se inscribe en esa forma de actuar o de pensar que se transmite de generación en generación. No buscando “proteger” o “defender” una cultura inmóvil, sino intentando activar una cultura viva. Como dijo el escritor, poeta y filósofo Paul Valéry: “La verdadera tradición no es copiar lo que han hecho otros, sino encontrar el espíritu que ha posibilitado esas maravillas y que posibilitará otras en el futuro”.

El otro y el “espacio intermedio”

 

El encuentro con el otro y la fusión de estéticas –aunque puedan poner en riesgo la singularidad de la cultura tradicional– son parte del proceso creativo. En un contexto multicultural y en un mundo interconectado, es más evidente que nunca que la cultura tradicional se transforma por el contacto con influencias externas, con nuevos pensamientos que moldean ineludiblemente a artistas y creadores. ¿Acaso no decimos siempre que el País Vasco es una tierra de tránsitos y de encuentros?

Ir en busca del otro es ir en busca de uno mismo. Aprender del otro nos permite conocernos mejor a nosotros mismos. Johann Wolfgang von Goethe dijo que “quien no sabe lenguas foráneas no sabe nada de su propia lengua”.

Esa capacidad de descentralizarnos es la que nos permite aprender de nosotros mismos. Situándonos en ese “espacio intermedio” entre uno mismo y el otro conocemos la verdad sobre nuestra propia identidad. Frente a la globalización, el pensador de la “criollización” Édouard Glissant nos invita a desprendernos de la representación de un origen puro: “La raíz única mata todo lo que le rodea. La identidad-relación ofrece oportunidades infinitas”.Uno cambia relacionándose con el otro, sin perderse ni desnaturalizarse”.

Conclusión: rechazar la oposición

 

Con nuestra cultura vasca tradicional (no tradicionalista) gozamos de una posición privilegiada para inspirarnos de las cosas más bellas del mundo. ¿Podría Artze escribir sus poemas, Mikel Laboa su música o Kukai Dantza sus bailes sin conocer, al mismo tiempo, la cultura oral vasca y los grandes movimientos artísticos del mundo? Somos vascos en relación íntima con el mundo.

Me niego a oponer tradición y creación. La tradición es una creación que ha viajado a lo largo del tiempo. Siempre estamos en el presente y en el más allá, de ayer y de mañana. Ese choque es necesario para responder al reto del mundo contemporáneo: conservar nuestra cultura vasca, una cultura viva, inmersa en su tiempo y abierta al mundo.

Mathieu Vivier (1986) vive en Bayona. Crea espectáculos en los que danza y música conviven en el escenario. Junto con otros bailarines y músicos, fundó el colectivo Bilaka, primera compañía profesional de Iparralde. También desarrolla su propio proyecto bajo el nombre de Kobakoak. Su trabajo coreográfico es una activación contemporánea de la cultura tradicional del País Vasco. Tiene un máster en sociología y otro en política cultural, y es Secretario General de la Scène nationale du Sud-Aquitaine.

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