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Elizabeth Macklin: cuando medio siglo cabe en un suspiro

Escrito por Oier Aranzabal 25 Abr 2022
Elizabeth Macklin
Elizabeth Macklin en su apartamento de Nueva York. Foto: Oier Aranzabal

Muchas veces las cosas suceden por pura serendipia. Como por ejemplo, nacer en Poughkeepsie o trabajar en la redacción de The New Yorker en los tiempos en los que aún se leían revistas de papel. Bueno, o como ir a Madrid a aprender castellano y enamorarse del euskera. Eso mismo es lo que le ocurrió a Elizabeth Macklin.

Allá donde la Séptima Avenida se cruza con la Calle 14 se alza la cafetería Coppelia de Nueva York. Lleva el nombre de la conocida cadena cubana de heladerías, pero las personas que conducen el negocio son de origen mexicano. Pese a ser pequeño, el local tiene encanto y resulta acogedor. En él suelen escucharse indistintamente el inglés y el castellano, y, de vez en cuando, también el euskera, pues es el local en el que desayuna la poeta y traductora Elizabeth Macklin. Llegamos a la cita antes de que se enfríe el café con leche servido en taza grande y, justo entonces, comienza un viaje que nos trasladará muy atrás en el tiempo, concretamente a 1974.

Fue entonces cuando Macklin llegó a Manhattan. Nació en la ciudad de Poughkeepsie, en el estado de Nueva York. Su padre, Edward Carlyle Wood, y su madre, Margaret Jean Herkenratt, se mudaron allí desde California cuando el gigante tecnológico IBM cambió de sede. “Entonces había una broma con las siglas de IBM. Se decía: ‘I’ve been moved’”, recuerda entre carcajadas. “En 1952 enviaron a mi padre a Poughkeepsie para trabajar con ordenadores”. Aunque  Macklin creció en un pequeño pueblo, se estableció en la capital y pronto encontró un espacio en la redacción de la revista The New Yorker.

“Prohibir un idioma me pareció muy duro, inimaginable, y me despertó la curiosidad"

Medio siglo da para escribir muchas líneas. Sin embargo, su arreglada casa situada sobre Coppelia refleja lo sucedido en estas décadas con más acierto y precisión que el mejor de los poetas. Pequeño y elegante, el hogar narra la vida de la escritora en sus objetos, repletos de grietas y almas. A la derecha de la entrada está la biblioteca, que atesora cientos de ejemplares. Más adelante vemos, entre otros recuerdos, el ‘Guernica’ de Picasso. Debajo descansa, sobre un altavoz y abierto de par en par, un antiguo volumen de miles de páginas. “Es la segunda edición del diccionario ‘Webster ´s New World’, que data de 1957 y es el diccionario más hermoso que existe”. Es la principal herramienta de Macklin. Para expresar esto o aquello, para no extraviarse en el perverso laberinto del significado, busca las palabras en él. “Cuando trabajaba en la traducción al inglés de la novela de Kirmen Uribe ´Bilbao New York Bilbao´, el corrector me dijo que no encontraba algunas palabras en el diccionario. Eso es porque no tenía el Webster’s”.

La lengua como pasaporte

Como nación sin estado, los vascos no tenemos pasaporte propio. No se nos reconoce nuestra nacionalidad y, aunque ello conlleve muchas cosas negativas, no todo es maleza en nuestro prado. Euskal Herria tiene una gran adscripción a su lengua y el euskera se ha convertido en la principal prueba de la nacionalidad: hemos transformado el idioma en pasaporte. Como refleja la propia acepción del término ‘euskaldun’, vasco es aquella persona que tiene la lengua. Y podría decirse que, aunque no sea reconocida en ninguna aduana, es una de las nacionalidades más fáciles de obtener. Pero sigamos adelante, ¿cómo se euskaldunizó la poeta de Poughkeepsie?

Elizabeth Macklin
Elizabath Macklinen la Calle 14 de Nueva York. Foto: Oier Aranzabal

Cuando se mudó a Manhattan la Calle 14 era conocida como ´Little Spain´ porque allí se concentraban la mayor parte de los negocios y bares de origen español. Y, por paradójico que parezca, España y el castellano fueron el puente hacia la euskaldunización de Elizabeth Macklin. En 1972 se trasladó a Madrid para estudiar Filología Española, y en los últimos años de la dictadura franquista conoció el euskera gracias a la pareja bilbaína de una amiga. Así lo recuerda la escritora: “Con ellos aprendimos palabras como ‘ez’, ‘bai’ o ‘eskerrik asko’, y también alguna canción. Y recuerdo cómo nos decían: ‘¡Cuidado, esta canción no la cantes en el metro de Madrid!’” Vivió momentos tumultuosos en la universidad, donde se cocía gran parte del movimiento antifranquista. La dictadura fue muy severa con la población euskaldun. “Prohibir un idioma me pareció muy duro, inimaginable, y me despertó la curiosidad”, explica Macklin. 

Ese deseo de conocimiento –y la beca de poesía Amy Lowell– la condujeron a Bilbao en enero de 1999, una vez hubo abandonado su trabajo en The New Yorker. “And thereby hangs a tale”. Además de apuntarse al euskaltegi y aprender euskera, Elizabeth ha tejido una amplia red con escritores, músicos y artistas de la cultura vasca. De ahí su relación con Mikel Urdangarin, Rafa Rueda, Bingen Mendizabal y Kirmen Uribe, que han hecho posible, entre otros, trabajos como ‘Jainko txiki eta jostalari hura’, ’Zaharregia, txikiegia agian’ o el documental dirigido por Arkaitz Basterra ‘Agian’. Además, su labor de traductora de la obra de Kirmen Uribe y otros escritores vascos ha sido imprescindible para la difusión de la literatura vasca en EEUU. Ahora también es integrante de *Zart Kolektiboa y dos veces al año viaja a Bilbao.

Elizabeth Macklin
Foto: Oier Aranzabal
Elizabeth Macklin
Foto: Oier Aranzabal
Elizabeth Macklin
Foto: Oier Aranzabal

BIO

Elizabeth Macklin (Poughkeepsie, NY; 1952) fue editora de The New Yorker durante dos décadas. Es autora de los poemarios ‘A Woman Kneeling in the Big City’ (1992) y ‘You ´ve Just Been Told’ (2000). En 1999 recibió la beca de poesía Amy Lowell Poetry Travelling Scholarship, que le permitió vivir fuera de EEUU un año, tiempo que pasó en Bilbao iniciando sus estudios de euskera. Desde entonces ha continuado aprendiendo el idioma, y en 2002 comenzó a traducir la poesía de Kirmen Uribe. En 2007 publicó en inglés su poemario ‘Bitartean heldu eskutik’ (‘Meanwhile Take My Hand’, Graywolf Press) y en 2014 hizo lo propio con su novela ‘Bilbao-New York-Bilbao’, editada en el Reino Unido de la mano de Seren Books. Este año, Coffee House Books publicará su traducción en EEUU. Mientras tanto, ha continuado cultivando su propia poesía, tanto en inglés como en euskera, gracias a la asociación Hatsaren Poesia. Su poema ‘Reinventing the Conjunction’ (‘Juntagailua berrasmatzen’ apareció en el número 10 de la revista ‘Erlea’. Desde 2019 forma parte del colectivo de creadores *ZART.

Oier Aranzabal es periodista. Es cofundador de la productora de podcast ULU Media y es autor del podcast de entrevistas Barruan Gaude. Ha colaborado en medios de comunicación como Berria, Argia, Noticias de Gipuzkoa o ZuZeu, entre otros.

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